La violencia machista en los centros de trabajo se denuncia muy poco y está normalizada, aceptada e invisibilizada. No podemos dejar que estas situaciones sigan pasando por nuestros ojos sin hacer nada, es el momento de actuar.
« Este tipo de violencia en los centros de trabajo se denuncia poco y está normalizada, aceptada e invisibilizada »
Sabemos que la violencia machista tiene múltiples manifestaciones, también sabemos que se produce en el lugar de trabajo, pero, sobre todo, lo que más sabemos las mujeres que estamos leyendo esto es, que sabemos lo que es, porque de alguna u otra manera la hemos sufrido. La violencia machista no tiene límites, también nos golpea en los centros de trabajo.
Es obvio que la mayoría de las personas que sufren acoso sexual en el trabajo o por razón de sexo son mujeres. Algo que está estrictamente relacionado con la violencia estructural que sufrimos y que no debemos olvidar que es consecuencia directa del sistema heteropatriarcal en el que estamos. Aún así y siendo muy conscientes de esto último creemos que es muy importante visibilizar que también otro colectivo permanentemente perseguido y violentado en los centros de trabajo es el colectivo LGTBIQ+.
Este tipo de violencia en los centros de trabajo, además de denunciarse muy poco, es normalizada, aceptada e invisibilizada. Muchas veces porque esas bromas o comentarios sobre la apariencia física o condición sexual, miradas, uso de imágenes, fotografías o dibujos de contenido sexual explícito, llamadas telefónicas, correos electrónicos, whatsapps de contenido sexual y carácter ofensivo, o un acercamiento físico excesivo e innecesario se siguen tolerando. Otras muchas, porque la tendencia ha sido negar la existencia de ello al camuflarse esta manera de relacionarse en los estereotipos de género enmarcados en la cultura patriarcal. Y otras tantas por miedo a ser señalada o a perder el empleo.
Cuantas veces hemos tenido que escuchar, “chica que exagerada eres” o “siempre estás con lo mismo”, cuando identificamos este tipo de violencia, bien porque la presenciamos o bien porque la sufrimos, y hemos actuado ante ello. Lo decimos alto y claro, se ejerce violencia machista en los centros de trabajo de manera sistemática y reiterada. Y esto no es normal, por si alguno todavía no se ha enterado.
« No podemos dejar que estas situaciones sigan pasando por nuestros ojos sin hacer nada »
Es el momento de actuar
No podemos consentir ningún tipo de agresión machista en nuestro espacio de trabajo. Debemos exigir los mecanismos necesarios para detectar situaciones y conductas machistas. Tenemos que conseguir que los centros de trabajo sean espacios libres de violencias machistas. Y esto debe ser uno de nuestros objetivos, no podemos dejar que estas situaciones sigan pasando por nuestros ojos, sin hacer nada, no podemos dejar pasar más tiempo. Es el momento de actuar, debemos apoyarnos en la lucha colectiva y conseguir que esto sea un derecho garantizado, también en nuestros centros de trabajo.
Debemos exigir que todos los protocolos y medidas frente a las agresiones machistas en las empresas sean efectivas y se establezcan mecanismos eficaces de cumplimiento por los que se garantice el derecho de las personas violentadas y/o agredidas. Estos protocolos no pueden ser el último apartado en las medidas de prevención y planes de igualdad, es una cuestión de primer orden y como tal debemos tratarla.
Además, debemos acompañar estas medidas con otras que permitan garantizar el empleo a las mujeres víctimas de violencia de género, entendiendo que el espacio laboral es un lugar de riesgo donde los agresores pueden acudir. La situación de desprotección por la falta de medidas, permisos, licencias retribuidas, genera que en multitud de ocasiones se vean abocadas a ausentarse de sus trabajos por este motivo, perdiéndolo por no haber ninguna medida prevista ante ello.
Nos queda un gran camino por recorrer, para que doten a los planes de igualdad de recursos que permitan desarrollar el conjunto de medidas. Para que los protocolos frente agresiones sexuales o por razón de sexo en el trabajo, no se queden en meros apercibimientos o para que la trabajadora deba relatar una y otra vez las agresiones que recibe, siendo cuestionada muchas veces por sus superiores. Para que se contemplen permisos remunerados, horarios flexibles, entre otras medidas, para que las mujeres que están siendo víctimas de violencia machista no tengan que abandonar sus empleos por el miedo que también tienen cuando van a su lugar de trabajo.
Desde ESK, sabemos que la lucha es el único camino por el cual se reconocen los derechos y que nuestro mejor instrumento es la negociación colectiva, tanto de convenios colectivos, como de los planes de igualdad en empresas, las huelgas y la lucha, para que nuestros derechos se garanticen. Por eso, desde los comités de empresa, desde las secciones sindicales y desde el conjunto de la plantilla debemos estar vigilantes. Que todo el mundo se entere que no vamos a permitir violencia machista en los centros de trabajo.
Movilizaciones 25N
Las mujeres seguimos resistiendo, continuamos denunciando las violencias en nuestros lugares de trabajo, en los juzgados, en las instituciones y también en la calle. Y desde ESK animamos a participar en las manifestaciones y concentraciones que se hagan en nuestros pueblos de Euskal Herria el 25 de noviembre organizadas por el Movimiento Feminista.
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