Desde ESK hemos denunciado la inacción de las instituciones frente a la violencia contra las mujeres* y creemos que estas prácticas no solo las convierten en cómplices sino que generan aún más violencia.

 

 

La situación actual evidencia todas las carencias que tienen los servicios asistenciales y la falta de compromiso y sensibilidad que tienen las diferentes administraciones.

La violencia machista es estructural y universal. Se da en todos los ámbitos y por eso la respuesta a ella ha de ser igual. Estamos viviendo esta crisis sanitaria con muchos servicios públicos cerrados o con la atención restringida y/o telemática, servicios que en muchas ocasiones son los lugares en los que saltan las primeras alarmas; centros de salud, servicios sociales, escuelas, centros cívicos... y la única alternativa que se ha dado a las mujeres* que estaban sufriendo una situación de violencia ha sido la de la denuncia policial, sin garantizar un recurso presencial adecuado a esta circunstancia. El desconocimiento por parte de la sociedad en general, pero sobre todo de las mujeres, de los recursos y los procedimientos existentes a su alcance hace inviable que se pue-da dar una atención adecuada y aún menos que se pueda generar la confianza suficiente como para que las mujeres* en situación de violencia puedan recurrir a los mismos.

 

Dificultades previas

Muchas veces hemos denunciado la justicia patriarcal a la que nos tenemos que enfrentar las mujeres*, pero poco se habla de las dificultades a las que tenemos que hacer frente las mujeres* antes de llegar a sede judicial eso cuando conseguimos que las denuncias prosperen. El maltrato generalizado que sufren las mujeres* cuando tienen que denunciar diferentes violencias ejer-cidas contra ellas es algo que el movimiento feminista denuncia constantemente. La falta escandalosa de formación y de empatía de las diferentes policías, porque en esto también todos los colores se parecen, el desconocimiento de los protocolos de actuación por parte del personal sanitario en hospitales y centros de salud, así como la nula conciencia de lo que supone para las mujeres* enfrentarse a estas situaciones (no se garantiza la atención especializada, no se cuidan los espacios ni la privacidad, no se ofrecen ni se explican los recursos a nuestra disposición...) y un sinfín de despropósitos hacen que la indefensión de las mujeres* sea total. Esta situación ni es nueva ni se da de manera aislada, esta es la terrible realidad a la que nos tenemos que someter las mujeres* por eso no es de extrañar que la violencia contra las mujeres* sea el delito que en menor medida se denuncia.

 

Ignorancia generalizada

Declaraciones como las de portavoces policiales asegurando que el supuesto descenso de las agresiones sexuales se debe a la falta de fiestas y un menor consumo de alcohol demuestran por un lado la ignorancia generalizada que se tiene sobre el tema y un intento estúpido e insultante de justificar y vincular las agresio-nes sexistas con los diferentes consumos. La violencia contra las mujeres* no está vinculada ni a la falta de control, ni al deseo incontrolable de los hombres, ni nada parecido. La violencia contra las mujeres* es una cuestión de poder, del poder ejerci-do históricamente por los hombres contra nosotras. Tampoco ayudan las opiniones nada formadas y tendenciosas que emiten la mayoría de los medios de comunicación ni la manera de abordar estas informaciones.

ESK exige una vez más que las administraciones de una vez por todas se dejen de tonterias y de gestos de cara a la galería y se pongan a trabajar de una vez por todas con dotaciones presu-puestarias que garanticen todos los servicios, con planes y me-didas estructurales, en todos los ámbitos, encaminadas a acabar con las violencias que sufrimos las mujeres* en cualquier espacio y que se garantice una formación obligatoria y de calidad a todas las personas que intervienen en la atención a mujeres* en situación de violencia. 

 

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25 noviembre 2020 25N violencia machista pandemia

 

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