Hemos recibido con estupor y rabia la orden de la consejera de trabajo y justicia por la que impone una limpieza extraordinaria en todas las dependencias afectadas por la huelga.

 

 

Cuando se cumplen cuatro meses y medio desde que comenzara la huelga de la limpieza en comisarías y edificios judiciales de Gipuzkoa en la empresa Garbialdi, recibimos con estupor y rabia la orden de la consejera de trabajo y justicia por la que se añade a la anterior orden de servicios mínimos una nueva que impone una limpieza extraordinaria en todas las dependencias afectadas por la huelga.

Desde la comprensión que sentimos hacia las personas afectadas y que sufren los efectos de la huelga, tenemos que condenar y denunciar lo que consideramos un claro ataque al derecho a la huelga.

Un ataque que proviene de la constante presión de los departamentos de justicia y seguridad hacia las huelguistas. Departamentos dependientes de ese mismo Gobierno vasco al que se le llena la boca cuando habla de planes de igualdad y de romper la brecha salarial, pero que cuando puede actuar no sólo mira para otro lado, sino que actúa en contra de lograr avances en los derechos de las mujeres. La prórroga en el contrato de limpieza de edificios judiciales de Gipuzkoa por dos años, en medio de una huelga por la ruptura de la brecha salarial, empujando a que los salarios de las trabajadoras puedan sufrir una pérdida de poder adquisitivo en lugar de acercarse a romper la brecha salarial es una clara muestra de esa nula voluntad y de una hipocresía supina. Cabe recordar en este punto que los departamentos de justicia y seguridad han eludido sistemáticamente reunirse con las trabajadoras en huelga y sus representantes.

Mientras los departamentos de justicia y seguridad han presionado en todo momento por aumentar los servicios mínimos, y los partidos en el gobiernos nos han dado largas (tremenda manera de echar balones fuera demostraron en las sendas reuniones mantenidas con PNV y PSE), las trabajadoras siguen dando una muestra de dignidad a toda la sociedad.

La brecha salarial de género existe y es real. No para hablar de ella de cara a la galería. Está para romperla, acabar con ella y para que deje de existir. Y para ello tenemos el ejemplo digno de unas pocas mujeres en huelga frente a quienes a pesar de sus palabras la perpetúan con sus actos.

Quieren romper la huelga, y sabemos que este es un duro golpe. Pero la causa es tan justa que acabará venciendo, pese quienes niegan la evidencia, pese a empresas como Garbialdi, y pese a gobiernos hipócritas y cobardes títeres del capitalismo heteropatriarcal, que en el fondo saben y por eso la impiden, que la igualdad real, también en las condiciones laborales de hombres y mujeres, es la revolución más pendiente y necesaria.

 

 

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