Pedimos al Gobierno Vasco que reconsidere su forma de gestionar la Fundación HAZI, que tome medidas eficaces para eliminar los riesgos psicosociales a los que está expuesta la plantilla y que garantice plenamente la libertad sindical.
« Estos cambios repiten las viejas recetas que ya han demostrado ser ineficaces »
En las últimas semanas, el Gobierno Vasco ha llevado a cabo una remodelación del organigrama de la Fundación HAZI, entidad dependiente de la Consejería de Alimentación, Desarrollo Rural, Agricultura y Pesca.
Lejos de resolver los problemas estructurales que arrastra esta fundación, estos cambios los perpetúan, repitiendo viejas recetas que ya han demostrado ser ineficaces.
Riesgos psicosociales
La plantilla de HAZI sufre desde hace tiempo importantes riesgos psicosociales, derivados de la excesiva politización de la entidad, del clientelismo que impregna su estructura, de la falta de transparencia y participación en la toma de decisiones, de la sobrecarga de trabajo, de la jerarquización extrema, del constante trasiego de puestos y de una preocupante falta de empatía. Todo ello ha generado un clima laboral marcado por el estrés, la apatía y el miedo a denunciar situaciones injustas. Hoy por hoy, HAZI funciona más por inercia que por la motivación y compromiso de su plantilla.
Aceptar sin cuestionar el modelo jerárquico y las prácticas heredadas en la gestión de empresas públicas como HAZI tiene un alto coste en términos de salud laboral y bienestar psicológico en su plantilla.
Nuevo organigrama = cambio de cromos
Aunque se ha presentado un nuevo organigrama, un plan estratégico y una nueva Relación de Puestos de Trabajo (RPT), lo cierto es que la plantilla se siente cada vez más ajena y desconectada de estos cambios.
Desde ERALDATZEN-ESK insistimos: cualquier plan u organigrama debe situar a las personas trabajadoras en el centro. Sin embargo, este nuevo organigrama nos parece otro simple "cambio de cromos", en el que se han asignado puestos por afinidades o intereses, sin considerar el bienestar colectivo, la funcionalidad real de la organización ni la participación del conjunto de la plantilla.
Este es, una vez más, un ejemplo del peso que siguen teniendo las influencias del poder político y sus intereses, que se imponen sobre la visión moderna, eficiente y saludable que defendemos.
Lo paga la plantilla
En 2017, desde el Comité de Seguridad y Salud Laboral, ya alertamos de que “la empresa no estaba bien”. Logramos entonces que se empezara a hablar de los riesgos psicosociales. Pero las medidas adoptadas desde entonces no han atacado la raíz del conflicto, y las últimas propuestas nos han vuelto a dejar un mal sabor de boca.
El nuevo organigrama supone un retroceso, una vuelta a dinámicas del pasado que causaron un gran daño a muchas personas en HAZI. El problema no es sólo de nombres o cargos —aunque también—, sino de valores, de ética y de la cultura empresarial que ha imperado históricamente en la gestión de esta fundación.
La jerarquización excesiva, el clientelismo, la opacidad y el silencio cómplice hacen que avanzar hacia una solución real resulte muy difícil. Y quienes pagan las consecuencias son, una vez más, las personas trabajadoras.
Falta de libertad sindical
En este contexto tóxico, queremos denunciar además la falta de libertad sindical en HAZI. Al delegado sindical de ESK se le impide participar en los espacios de debate laboral de la empresa. Peor aún: algunos directores y cuadros directivos han expresado públicamente, ante toda la plantilla, que “no desean recibir información de este sindicato”. Este tipo de declaraciones son inadmisibles y vulneran principios éticos fundamentales que cualquier dirección debería respetar.
Pedimos al Gobierno Vasco que reconsidere su forma de gestionar la Fundación HAZI, que tome medidas eficaces para eliminar los riesgos psicosociales a los que está expuesta la plantilla y que garantice plenamente la libertad sindical.
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