El menú que nos proponen los diferentes gobiernos (guerras, megaestructras de transporte o megaproyectos de energía renovable industrializando los montes y las tierras agrícolas y ganaderas) es caro, malo y nos enferma.

 

« Nuestros cocinillas presumen de estrella pero brillan más bien poco y encima  la cuenta la pagamos entre todas y todos  »

 

Sus recetas no nos valen. Por más inovadoras y modernas que parezcan, por mucho que nos las aderecen, lo que nos sirven no nos gusta y nosotras ya no queremos tragar más.

El sistema capitalista nos ha arrastrado a un punto límite: el agotamiento de los recursos y materias primas del planeta, la emergencia climática, la desigualdad, la discriminación que sufren las mujeres, la situación de pobreza de millones de personas, conflictos armados… Y frente a esta situación, que hace tiempo es insostenible, la única propuesta en el menú es más precariedad, menos derechos sociales y laborales, la mercantilización de nuestras vidas, más exclusión social, colonialismo o la consolidación de un régimen de guerra a nivel mundial.

El menú que nos proponen los diferentes gobiernos es caro y malo. Por más refrito que hagan, por más que marinen con curry el pollo pasado de hace meses y aunque a primera vista parezca exótico y una receta de autor, la realidad es que comerlo nos enferma. Lo mismo pasa con lo que nos ofrecen desde Nafarroa, Gasteiz, Europa o Madrid: invertir en megaestructras de transporte o megaproyectos de energía renovable industrializando los montes y las tierras agrícolas y ganaderas es caro y nos enferma.

Nuestros cocinillas presumen de estrella pero brillan más bien poco y encima la cuenta la pagamos entre todas y todos. Los fondos europeos “Next Generation” en lugar de garantizar mejoras laborales y sociales o reforzar los servicios públicos los han utilizado en beneficio de lo las transnacionales.

Mientras el capital y sus secuaces disfrutan de su menú a la carta para las clases populares nos tienen reservado el miserable plato del día: destinar dinero público a la industria militar para que unos pocos se llenen los bolsillos a costa del sufrimiento de millones de personas.

Las guerras son sin duda el plato fuerte de este sistema que no se conforma con exprimirnos al máximo, recortar derechos y someternos a situaciones de miseria sino que además nos mata.

 

« Tras gastar 30.000 millones € en armas, dicen que  no hay dinero para cubrir las necesidades  de la gente »

 

De postre: guerra

En 2014, en la cumbre de la OTAN (Newport) se alcanzó el acuerdo para la “economia de guerra” en la que todos los estados miembros destinarían un 2% de PIB al gasto militar en 2024.

Nuestros Chefs intentan que este gasto pase desapercibido y así el Gobierno español dice haber gastado 15.200 millones de euros en 2023 mientras la OTAN cifra ese gasto militar en 18.045 millones de euros y organizaciones como el Centre Delàs d´Estudis per la Pau calcula el gasto en 30.000 millones de euros, por encima del 2% del PIB.

El nuestro es siempre un menú mediocre, sin fundamento y en mal estado porque según dicen no hay dinero para cubrir las necesidades de la gente, sin embargo para la preparar la guerra siempre hay dinero.

ESK y STEILAS lo tenemos muy claro, si no acabamos con las guerras, las guerras acabarán con nosotras. Hasta ahora, suceden lejos, pero sabemos bien que la guerras empieza aquí, en SAPA, SENER, ITP AERO o AERNNOVA, y que provocan muerte y destrucción en Palestina, Kurdistán, Sahara, Sudán, Congo, Etiopía, Ucrania, Yemen y tantos otros lugares del planeta. El 80% de la producción militar vasca se destina a las Fuerzas Armadas de Israel, Arabia Saudí, Marruecos, México, Brasil, Estados Unidos y del propio Estado Español.

« Mientras unos pocos se enriquecen miserablemente,  la población civil sufre las consecuencias  »

 

La industria de las armas es un gran negocio al que el capital no quiere renunciar. Quienes tienen el poder cocinan guerras de las que sacan beneficios y cuentan para ello con pinches indispensables; En 2020 y 2022 entidades financieras de todo el mundo invirtieron casi un billón de dólares en el sector de las armas, entre ellos, BBVA y Santander, que aportaron 5.000 millones de dólares.

Cocinan guerras y nos las sirven en bandeja pero sabemos bien que este es un postre mortal. Mientras unos pocos se enriquecen miserablemente, la población civil sufre las consecuencias, en particular la infancia y las mujeres contra las que además se ejerce una doble violencia utilizando sus cuerpos como campo de batalla.

Las guerras matan a las personas pero también destruyen el planeta. La industria militar representa el 5,5% de las emisiones globales igualando así a toda la industria a nivel mundial.

Las consecuencias de las guerras son infinitas, tras la destrucción y desabastecimiento de los lugares en conflicto se inicia el periodo de reconstrucción una reconstrucción que es material, social, psicológica, económica… y que en el mejor de los casos tarda décadas en concluirse dejando aún así heridas imborrables.

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«  Poner las vidas en el centro  pasa por cuidarnos y cuidar al resto, cuidar del planeta, de sus recursos, cuidar de lo cotidiano »

 

A fuego lento

Mientras a este sistema le falta un hervor las clases populares estamos ya a punto de estallar, la olla a presión en la que nos han metido hace insostenible esta situación. Tenemos derecho a vivir vidas dignas y en paz pero sobre todo a tener vidas que merezca la pena ser vividas sin que nos utilicen en base a sus repugnantes intereses.

El pasado 30 de noviembre, convocadas por el movimiento feminista, nos sumamos a la Huelga General Feminista para reivindicar nuestro derecho al cuidado. Este sistema capitalista, patriarcal, racista y colonial es una más de sus recetas y como el resto no nos sirven. Las vidas de las personas tienen que ocupar un lugar de primer orden en las políticas públicas y para ello necesitamos un sistema de cuidados público y de calidad. Un sistema lejos del modelo actual basado en la explotación y la precarización de las mujeres y de la familiarización del cuidado. Sin lugar a dudas para avanzar en ello es necesario la regularización residencial y laboral de todas las trabajadoras de hogar en situación irregular y que se incluya, de una vez por todas, a las Trabajadoras de hogar y cuidados en el régimen General revalorizando los salarios por encima del SMI.

Frente a sus recetas de recortes y privatizaciones, poner en el centro la vida, pasa necesariamente por reforzar los servicios públicos económica y humanamente, unos servicios públicos de calidad, alejados de la privatización y la subcontratación. La sanidad pública, un modelo de educación público integral, laico, ecosocial y feminista que garantice la escolarización en euskera, junto con unos servicios asistenciales dignos y de calidad han de ser los ingredientes principales para un menú equilibrado, sano y que nos sacie a todas.

Las administraciones cocinan mucho pero la mayoría pasamos hambre. Pasamos hambre porque nuestros salarios no alcanza para vivir dignamente, la precariedad es el pan nuestro de cada día y para hacer frente a esto es necesario implantar una Renta Básica Universal e Incondicional, un SMI de al menos 1.400 € y unas pensiones mínimas de 1.260 € revisables anualmente. Parar los desahucios y priorizar el parque de vivienda pública en alquiler e intervenir el mercado inmobiliario son sin duda el condimento necesario.

Tenemos muy claro cuáles son los ingredientes necesarios y cual es la receta pero no somos como ellos, a nosotras no nos sirve cualquier herramienta de cocina. Todos estos cambios debemos hacerlos a través de propuestas social y ecológicamente sostenibles, necesitamos para ello un sistema fiscal progresivo que grave la fortuna y el impacto en el medio ambiente, que aumente los tramos más altos del IRPF, que elimine las bonificaciones y deducciones del Impuesto de Sociedades e incremente los impuestos sobre el Patrimonio y las sucesiones, igualando al menos el peso de las rentas del capital y las del trabajo.

Poner las vidas en el centro pasa por el cuidado, cuidarnos y cuidar al resto, cuidar del planeta, de sus recursos, cuidar de lo cotidiano pero también de quienes nos quedan lejos por eso no podemos olvidarnos del genocidio que Israel está perpetrando contra el pueblo Palestino.

Por más que el capital insista en sus recetario de cocina-confusión, no nos la dan con queso, sabemos bien qué cómo lo queremos y es hora de cambiar sus recetas. Este 1º de mayo ESK y STEILAS saldremos a la calle a reivindicar medidas contundentes a favor de la clase trabajadora, lejos de la cocina espectáculo de otros que en nada molestan a los poderosos y que siguen construyendo un mundo cada vez más al límite y cada vez más desigual.

 

 

¡El 1º de mayo todas y todos a la calle!

  • Marcha de Orereta a Donostia: Inicio de la marcha a las 09:45 h. desde la Alameda de Orereta. Al mediodía manifestación en Donostia.

  • Bilbao: 11:30 h. en Gran Vía 56

  • Iruñea: 12:00 h. en la plaza de los Ajos.

  • Gasteiz: 12:30 h. en el Palacio de Congresos Europa.

 

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