Apelamos a la responsabilidad de las empresas en la toma de todas las medidas preventivas que eviten y minimicen los riesgos de contagio y la de las administraciones en el control de las medidas preventivas y del abuso que se sigue produciendo en buena parte del sector de la hostelería.

Foto: EITB

La semana pasada, conocimos el fallecimiento de un cocinero del restaurante Sagartoki, de Gasteiz. Dicho restaurante fue uno de los focos donde se rastreó un foco de infección comunitario de COVID-19 entre los días 8 y 10 de agosto, y desgraciadamente, uno de sus cocineros falleció el pasado jueves tras haber contraído la enfermedad.

Desde ESK queremos transmitir nuestra solidaridad con las personas allegadas de la persona fallecida, así como con el resto de personas que continúan hospitalizadas y nuestro deseo de recuperación temprana de todas las personas afectadas por el brote.

Más labores, mismo personal

Además, queremos transmitir una serie de reflexiones ante lo que está ocurriendo en el sector de la hostelería. Los efectos de la pandemia sobre un sector tan precarizado previamente a la misma como la hostelería están siendo muy importantes.

No se puede responsabilizar a las personas trabajadoras o clientas de la hostelería de infecciones que se producen en centros de trabajo donde las medidas preventivas han de ser exquisitas. Dichas medidas preventivas son totalmente insuficientes cuando se dan situaciones como la ocurrida en el restaurante Sagartoki.

Observamos con preocupación el aumento de tareas sin aumentar el personal en muchos centros de trabajo de hostelería, donde las mismas personas suman a sus tareas habituales, las de limpieza, desinfección y prevención de la infección por COVID-19, sin refuerzo de personal suficiente. El estrés es grande y la presión con la que se está trabajando no es admisible.

Precariedad en la hostelería

Los y las trabajadoras del sector sufren una precariedad que es previa a la pandemia de la COVID-19, y las administraciones siguen sin estar a la altura continuando con la falta de control sobre la contratación fraudulenta que es norma en buena parte del sector. Durante el confinamiento, y debido al cierre temporal de los centros de trabajo, muchas personas trabajadoras con contratos fraudulentos muy por debajo de las horas reales de trabajo realizadas se han visto condenadas a una falta casi total de ingresos.

Por otro lado, se están dictando normas contradictorias en el sector, criminalizando el ocio y limitando horarios de manera generalizada, sin entrar a valorar que no todo el sector supone un riesgo comunitario. No lo es más que las grandes fábricas, no es una cuestión de limitación de horarios, sino de control e inspección de la toma de todas las medidas preventivas necesarias para evitar brotes, en la hostelería y en el resto de sectores.

Prácticas fraudulentas

Por último, queremos denunciar que lejos de haberse corregido prácticas fraudulentas, muchos y muchas empresarias han ahondado en las mismas aprovechando situaciones de gran necesidad económica de muchas personas trabajadoras.

Apelamos a la responsabilidad de las empresas en la toma de todas las medidas preventivas que eviten y minimicen los riesgos de contagio en todos los centros de trabajo y la de las administraciones en el control de la toma de las medidas preventivas y del abuso que se sigue produciendo en buena parte del sector de la hostelería.

Animamos a todas las personas trabajadoras a defender su derecho a la salud y a la vida y a denunciar las situaciones en las que las medidas de prevención no sean suficientes.