Hoy hemos conocido el nuevo equipo que acompañará al Lehendakari Urkullu en su Tercera Legislatura, marcada por la amplia mayoría absoluta de su Gabinete.
En dicho equipo, y a pesar de sus reiteradas muestras de querer participar de él, no figura Nekane Murga, ya ex Consejera de Salud.
Una exconsejera que accedió al cargo tras la dimisión de su antecesor, Jon Darpón, fruto de la denuncia de ESK, entre otras organizaciones, por el fraude en la OPE de Osakidetza cuya investigación lleva adelante el Juzgado N.º 2 de Vitoria-Gasteiz.
Una exconsejera que, como manifestó en su momento Urkullu, venía a dar continuidad a la gestión de su antecesor.
Y así ha sido. A pesar de que ESK puso en su conocimiento y en el de las nuevas Direcciones de Osakidetza las irregularidades detectadas en la especialidad de Neurocirugía, no sólo no llevo adelante una investigación interna, como realizaron los anteriores gestores con el resto de las categorías bajo sospecha, sino que permitió que la Directora de Recursos Humanos de Osakidetza adjudicara provisionalmente las plazas, forzando la denuncia de ESK ante los Tribunales.
Este hecho pone de manifiesto la existencia de un sistema clientelar, instaurado estructuralmente en Osakidetza y que cuenta y ha contado con el conocimiento, el aval y la protección de los diferentes responsables de Osakidetza y del Departamento de Salud.
Murga se despide con una Sentencia, ganada por ESK, en la que se declaraba que Osakidetza ha incumplido la Ley de Prevención de Riesgos Laborales en la gestión y suministro de los EPIs necesarios para afrontar la pandemia en la que nos encontramos, poniendo en riesgo la salud de la plantilla y, por ende, de toda la ciudadanía.
Para ESK, este cese ha de ser el revulsivo para que la nueva Consejera lleve adelante lo que ninguna de sus antecesoras fue capaz, reconozca la existencia de este sistema clientelar y ponga en marcha las medidas imprescindibles que lleven la necesaria regeneración democrática que precisa Osakidetza.