Hubo un tiempo en el que, tras la conferencia de Alma Ata (1978), la propuesta de un modelo de Atención Primaria con recursos materiales y humanos suficientes para llegar a toda la población- con implantación global, universal- se consideró como la más viable para promover y mantener la salud de los ciudadanos tanto en países desarrollados como en países en vías de desarrollo. Muchos Gobiernos adoptaron gran parte de sus iniciativas y, adaptada según criterio de quienes dirigían en ese momento cada país y con algunas reformas legislativas que afectarán a su organización y financiación, ha ido transitando esta AP por los diferentes Sistemas de Salud a través de los años.
En nuestro ámbito se ha desarrollado un modelo propio de AP que ha ido ajustando su dimensión a los indicadores que los departamentos técnicos y las direcciones de gestión han considerado más apropiados en términos de eficiencia. Por tanto, su forma de medir y priorizar toda una serie de programas, estrategias y planes ha sido en detrimento de otras tantas actividades de carácter clínico, de comunicación, de prevención o de promoción de la salud que también podríamos haber desarrollado. Se han ido añadiendo un plan tras otro, sin dimensionar la disponibilidad real de recursos humanos, dando lugar a una extensa e inapropiada actividad reflejadas en nuestras agendas diarias.
Todo ello resultado del interés de proporcionar datos positivos de cobertura de programas o simplemente buscando la propia satisfacción inmediata de los usuarios-clientes, tan diferente de aquella intención inicial de alcanzar objetivos universales, además de querer hacer todo ello al menor costo, sin invertir en contratar en el personal y los medios necesarios para tan ingente tarea. Cierto es que los medios técnicos han progresado y que se pueden hacer muchas más cosas para mantener y promover la salud de la población pero también han cambiado en este tiempo las formas de legislar y en el mundo se está abandonando una sociedad del bienestar, más igualitaria y justa, por un modelo neoliberal en el que manda el mercado.
SITUACION INSOSTENIBLE DE LA ATENCION PRIMARIA
Un Sistema Sanitario que ha ido transformándose en una Empresa cada vez menos pública y más orientada a proporcionar una mejor imagen de la clase política dirigente en la que, no obstante, sus clientes-votantes no participan de forma real y efectiva en su diseño- a través de asociaciones de defensa de la Sanidad Pública por ejemplo,-pero en la que siquiera tampoco los profesionales, que hemos ido padeciendo esta degradación. La consecuencia es una situación tan insostenible como inviable en la que no hemos sido escuchados.
En esa línea de prioridades electoralistas se enmarca el desproporcionado gasto realizado de los fastos del 35 aniversario de Osakidetza (207.000 €) mientras se sigue escatimando en necesidades reales. Puestos a hacer uso de la enorme capacidad de difusión de la información institucional por parte de la Administración, ¿por qué no emplearla en la educación sanitaria de la población, en el uso correcto de los limitados recursos sanitarios?
No se transmite ese mensaje tan impopular en términos electorales y, contrariamente, inundan a la Sociedad con información en los medios de comunicación de una gran capacidad de resolución, medios y recursos en un Sistema en el que la tecnología y la sofisticación priman.
Hospitales modernos como Urduliz y Eibar, máquinas innovadoras de exploración, radiodiagnóstico y “centros de alta resolución” se publicitan como progresos en la Sanidad, mientras que la inmediatez en la atención, para cualquier necesidad sentida por el ciudadano, queda relegada a la Atención Primaria y los Servicios de Urgencias hospitalarios cada vez más saturados.
La AP no tiene límite ni en horarios, ni agendas, ni tareas burocráticas, ni motivos de consulta… pues la accesibilidad ha de ser plena, independientemente de los efectivos con que se cuente. Por ello, lo que se consideraría impensable en un acto diagnóstico o quirúrgico de un hospital, de acortar tiempos de ejecución para reducir listas de espera, se hace sin ninguna reserva en la AP para dar cabida a todo aquel que en cualquier momento sienta la necesidad de atención sanitaria.
¿Cómo no íbamos a acabar hastiados? Tenemos los profesionales de AP esta sensación de trabajadores sin derechos, sin seguridad en el trabajo y expuestos a cometer errores en una cadena de producción en la que caen tareas inesperadas en una cinta en continuo movimiento.
Este ritmo puede provocar cabos sueltos con potenciales consecuencias de perjuicio, con un tiempo insuficiente para poder escuchar y pensar, con una sensación de estar permanentemente desbordados, y con tantas tareas pendientes que muchos días los médicos y enfermeras nos sentimos en la necesidad de prolongar jornadas, ya no solo por agendas inseguras de 30, 35, 40 o más citados, sino para poder de forma proactiva gestionarlas y adecuarlas a una carga laboral que no conlleve un riesgo psicosocial para el trabajador.
Largas colas de usuarios esperan a ser atendidos en las áreas administrativas mientras los teléfonos ponen el sonido ambiente de nuestros Centros de Salud. Y cada vez más trabajadoras de Osakidetza formamos parte de esas colas en espera de ser atendidas, o necesitamos ser valoradas en Salud Laboral, que también están desbordadas, el propio trabajo nos convierte en pacientes.
Con las prolongaciones de jornada laboral intentamos evitar agobios en el corto plazo pero sin embargo aparecerán, siempre se producen pese a lo que hagamos para evitarlo: se acumula lo pendiente con lo indemorable, esto a su vez con lo urgente y así perdido el control sobre nuestro trabajo, el exceso de exigencia y la falta de apoyo, nos exponemos a un alto riesgo de nuestra salud.
Riesgos psico-sociales que deberían evaluarse y prevenirse -algo tan necesario y que no se está haciendo- se han unido a una precariedad laboral que coincide con la actual situación de aumento de demanda de atención por parte de una población cada vez más envejecida y con más patología, tan previsible y advertida desde hace años, y que se ha visto agravada por la ausencia de planificación en recursos.
PLAN DE RRHH , SUSTITUCIONES Y NO A LA FUGA DE PROFESIONALES
No se han fidelizado a los nuevos profesionales con contratos dignos pese a lo que se veía venir y ya no hay recambio. Tan nefasta gestión en recursos humanos- se ha primado la construcción de edificios infrautilizados sobre la contratación- nos ha llevado a la actual situación. Para preservar nuestra salud y recuperar la dignidad en nuestras condiciones de trabajo no nos han dejado otra opción que la movilización y ésta se ha producido ya en la Atención Primaria de muchas Comunidades Autónomas y en la nuestra se ha reflejado en el movimiento Lehen Arreta Arnasberritzen a quienes desde ESK respaldamos absolutamente al 100%.