En ESK sabemos que los datos son fundamentales a la hora de combatir una epidemia, pero la fuente de los mismos ha de ser fiable, no depender del criterio personal del individuo. Por otro lado, la cesión de los datos de salud debe hacerse bajo criterios de confidencialidad y confianza con el personal médico, no con el afán de crear una red social donde todo el mundo conozca el estado de salud general del resto. Esto supone un grave atropello a los derechos fundamentales de intimidad, privacidad y confidencialidad.
Osakidetza, con esta aplicación, trata de tapar sus propias carencias en materia de salud pública y atención primaria, empujando a un gran hermano colectivo donde cualquier persona se convierte en vigilante del resto, con las consecuencias sociales y políticas que esto supone.
Un dato a tener en cuenta es que la actual atención primaria, mermada durante años en sus capacidades por las políticas liberales es capaz de detectar y contener el 52% de los casos con perfiles de riesgo, proporcionando una atención directa y una vigilancia adecuada. ¿Qué no podríamos hacer desde la atención primaria si funcionara a pleno rendimiento?
Una vez más el gobierno vasco trata de tapar sus vergüenzas políticas a costa de poner en grave riesgo derechos fundamentales de toda la ciudadanía. Si vuestra respuesta ante cualquier crisis es siempre menos privacidad, igual la clave es que no tenéis respuestas.