Esta pandemia nos ha enseñado muchas cosas. Las costuras de nuestro sistema sanitario principalmente, pero también a confiar en la comunidad científica. A pesar de que haya podido parecer que el conocimiento sobre este nuevo coronavirus avanzaba con demasiada lentitud y en ocasiones sin la certeza que nos gustaría, lo cierto es que la comunidad científica ha trabajado como nunca y poco a poco ha ido aclarándonos muchas cosas.
Recordemos que empezamos esta pandemia bañándonos en hidroalcohol y desinfectando hasta las aceras de nuestros barrios. La hipótesis de que el virus se transmitía por gotas era la principal y de ahí la recomendación del metro y medio de distancia interpersonal.
Enseguida fue cobrando fuerza la hipótesis de que la forma principal de transmisión no era por gotas sino por aerosoles. Lo cierto es que a las administraciones les costó mucho incorporar este elemento a sus recomendaciones para la prevención.
El Departamento de Salud del Gobierno Vasco, que seguía empeñado en no reconocer el papel de los aerosoles, esperó hasta el 8 de junio de 2021, hace solo 6 meses, para publicar las primeras “Recomendaciones para la reducción de la transmisión del SARS-COV-2 por aerosoles y control de la ventilación”
Es cierto que, con anterioridad, en febrero de 2021, había mencionado los aerosoles en los informes que envió al juzgado para cerrar los bares. Pero tardó varios meses todavía en hacer extensivas estas recomendaciones a la ciudadanía. También se han publicado recomendaciones específicas para la ventilación en las aulas.
Desde ESK, lo que nos resulta especialmente llamativo es que no haya elaborado ninguna guía específica para los centros de trabajo de Osakidetza. El Gobierno Vasco ha hecho una sensacional campaña, a la vista de los resultados, para aprobar una medida cosmética, de dudosa utilidad, sin base alguna en la evidencia científica, como es la obligatoriedad del uso de la mascarilla al aire libre. Ya ha trasladado el peso de la responsabilidad lejos de sus txapelas dejándola caer sobre a ciudadanía.
Ahora bien, a la hora de afrontar su responsabilidad sobre la salud de la plantilla y usuarios de osakidetza, la respuesta es inacción.
Las actuales cifras de contagios están provocando que nuestros centros de Atención Primaria estén soportando una enorme afluencia de usuarios y usuarias. Actualmente estos centros no tienen limitado el acceso como en olas anteriores y se puede dar el caso de que pacientes positivos estén compartiendo espacios con negativos.
En los hospitales existen muchos espacios de trabajo interiores sin ventilación natural, salas de espera amplias que reúnen a muchas personas, call centers donde se reúnen muchas trabajadoras en espacios limitados realizando continuamente una actividad que genera aerosoles como es hablar por teléfono, etc.
Ante esta situación, desde ESK exigimos al Departamento de Salud un estudio serio y riguroso que tenga en cuenta todos los centros de trabajo de Osakidetza para reducir la transmisión del Coronavirus por aerosoles. Se debe estudiar si la ventilación de cada espacio de trabajo es la adecuada, se deben realizar mediciones de la concentración de CO2 e instalar semáforos de CO2 que indiquen la necesidad de ventilar espacios e informen tanto a plantilla como ciudadanía de la calidad del aire.
El Departamento de Salud debe centrar sus esfuerzos en medidas como garantizar la calidad del aire en espacios interiores, que han demostrado ser efectivas antes de imponer medidas en espacios exteriores donde la probabilidad de contagio es infinitamente menor. Para ESK este trabajo debería estar hecho hace ya mucho tiempo; ¡los y las trabajadoras no somos inmunes a los aerosoles!
Puedes descargar aquí el escrito que hemos presentado ante el Servicio de PRevención Corporativo de Osakidetza.